miércoles, 24 de marzo de 2010

Primer destino: General Lavalle (Argentina)


El lunes 22 de marzo, a las 6.15 hs salimos de Montevideo. Vía Colonia llegamos a Buenos Aires, en donde esperamos unas horas para tomar el bus a San Clemente. Allí nos esperaba Wilson con quien llegamos a su casa de la parroquia en General Lavalle ya en horas de la tarde. Una larga travesía.


General Lavalle es una localidad pequeña al sur de la provincia de Buenos Aires, de pocos habitantes, de mucha tierra y también de mucho silencio. Tiene aspecto, por un lado, de pueblo pequeño de nuestro país. Pero, a la vez, tiene aspecto de balneario del este, con lindas casonas, lindos jardines. Es una mezcla peculiar, de esta localidad construida frente a la "ría", con un pequeño puerto. Muchos trabajan de la pesca de corvina, otros en tareas rurales. Ayer dimos un primer paseo por el lugar. Durante la caminata fueron pocas las personas con las que nos cruzamos. La tranquilidad y el silencio es impresionante. Ni en la plaza que está frente a la parroquia hay gente reunida. Hoy, feriado nacional por ser aniversario del último golpe de Estado, parece haber más gente por las calles, en la plaza. Los días son preciosos.

Lugares como estos me obligan a aprender del silencio, de la tranquilidad. Para mí es un desafío, acostumbrada al ruido, al movimiento, hasta a hablar a veces más que escuchar. Es una invitación a descubrir un nuevo lugar desde otros sentidos, otras perspectivas. Y escuchar en el silencio, más que en otros ruidos, a ese Dios que va con nosotros, acompañandonos, guíandonos. El viaje recién comienza, este tiempo en este lugar nos permite ir entrando de a poco en otros ritmos.

viernes, 19 de marzo de 2010

La partida

Al fin llegó el momento de la partida. Momento de nervios y trámites de último momento, de infinidad de consejos, de abrazos y despedidas y de cumplir los sueños. Parecía tan lejos este día hace apenas unos meses, pero el tiempo nos empuja cada vez más rápido y hasta lo que parecía seguro ahora ya no lo es tanto. Y es que a pesar de nuestros esfuerzos de confirmarlo todo, de arreglar muchos detalles, los caminos de Dios tienen vida propia y no abandonan su libertad, así nos impiden amarrarnos a las seguridades, mejor así.

Somos muchos los que volamos, y serán muchos los que nos darán abrigo. Algunos con más requisitos de entrada que otros, los hay de los que miran la rendija antes de abrir la puerta, y también los que abren de golpe y sin mediar palabra dicen: "pasen adelante, los estábamos esperando" y así nos sorprenden. Así de sorprendente imagino el amor de Dios, tan sorprendente como que nos haya regalado este viaje, el nos entrega todo antes que ni siquiera lo planeemos, nos recibe aunque tengamos la mochila cargada de cosas pesadas que nosotros mismos nos imponemos. A veces como excusa para no seguirlo, otras veces para atarnos a algo, cualquier cosa que pensemos tiene algún sentido y finalmente se convierte en un techo que impide alcanzar la felicidad plena.

Por momentos se hace difícil la partida, intuyo que más para los que quedan, quizás muchos con el mismo sueño pero sin atreverse a largarse o quizás tenían pensados para nosotros proyectos diferentes y ahora los estamos cambiando radicalmente. Ahora pienso cuan difícil se nos hace colocar la felicidad del otro por encima de la nuestra propia, y cuanto más cercana esa persona más difícil, ¿pero no es la misma felicidad?

El camino por el Sur comienza este lunes, Wilson nos espera al otro lado del charco y ya de lejos vemos su puerta abierta de par en par. La luz nos invita a pasar. Somos dos pero llevamos la historia de muchos más. Esperemos que tenga espacio para tantos y tantas.