jueves, 31 de diciembre de 2009

El último día o el primero



Hoy es mi último día de trabajo en esta empresa que me ha acompañado, que me ha y nos hemos visto crecer durante estos últimos 6 años. Y ahora cuando miro la sala vacía, antes de la última despedida, recuerdo tantos gratos momentos vividos y tantos otros difíciles de los que mucho aprendí. Es cuando miro toda esa cantidad de experiencias vividas cuando me doy cuenta que seguro no hubiese llegado a esta decisión si no fuera por el camino recorrido antes.

Leía recién una frase que dice algo así como "no es que la vida sea corta, es que demoramos mucho en comenzarla a vivir". Y capaz que en un primer instante me la creo, capaz que mis ansias de camino hacen creer que mi vida empieza a ser vivida ahora, cuando me preparo para el viaje más importante, cuando me desato de tantas seguridades que me tenían preso y prohibian sacar los ojos fuera del agua. Pero en realidad el viaje empezó hace rato, cada palabra de cada persona que me ha acompañado, cada instancia de discusión o definición en el trabajo. La verdad me cuesta dejarlo, pero más que por el hecho de la sustentabilidad del empleo, es porque atrás dejo a una especie de familia. Fueron varios años de linda convivencia y de compartir la mayor parte del día juntos.

Me voy y, más que jefes, mis amigos me despiden con una carta que me piden no lea hasta llegar a casa. Y ahora la leo y hago fuerza para no lagrimear. Me dicen que en este momento deberían estar tristes porque me voy, pero al contrario, piensan que lo que yo creo mejor para mi es lo mejor para ellos. La felicidad compartida se multiplica mucho más, que fuerte poder sentirlo y que feliz me siento por haber encontrado personas así en mi camino. Que bien me hace entender que no fueron estos años perdidos, sino que fueron y son parte de todo los detalles que me preparan para lo que soy, para lo que voy a ser.

La preparación sigue porque "la felicidad no está en el destino, sino en el viaje de camino". Ojalá me ayude esto a estar más atento a los encuentros personales y no tanto a los lejanos paisajes de un viaje turístico.

Erik

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Sigo en ella... aunque duela

Entre correos del grupo de Amerindia surgió una preocupación por algunos pronunciamientos y actitudes de la Iglesia Católica de estos últimos tiempos e incluso una sensación de que estamos retrocediendo o estamos caminando mal. Alguien decía: "Parecería que nuestra Iglesia sigue sin imaginar realmente cómo evangelizar sin que sea desde el poder, algún tipo de poder, aunque sea autoafirmado y no reconocido". Sumé mi sentir al debate, que acá comparto.

La presencia "oficial" de la Iglesia, sus pronunciamientos, sus "condenas", el cómo se para frente a la realidad y la gente, eso muchas veces me duele. Me duele que se sienta dueña de la verdad, me duele su impunidad, me duele su autoritarimo, me duele su falta de compasión, me duele su falta de amor. Y me duele porque sé con certeza que su mensaje podría ser otro, su manera de relacionarse con otras instituciones de la sociedad, su vínculo con la gente, podría ser realmente evangélico. Pero se elije permanecer como una roca impenetrable, que nadie la toque, nadie la altere. Siento pena por esos hombres del "oficialismo" que ponen sus seguridades en la estructura institucional, en los dogmas, en las reglas claras y sin ambigüedades. Siento pena porque me da la sensación de que su fe se ha debilitado, porque ya no es Jesús y el Reino en lo que se sostienen, sino en una estructura vieja, dura y fría.¡Qué soledad!

Al mismo tiempo sé que el Espíritu sigue actuando... y sigue habiendo evangelización de esa que no es desde el poder, esa que es desde el encuentro, que no busca sacar nada en limpio, sino que es encuentro en el que Jesús está presente. La Iglesia genera rechazo, pero Jesús no, su propuesta no. Me he encontrado con gente que no tiene fe, que de repente escuchan algo de que uno es cristiano, y te ven hacer, ven como vivís, como pensás, qué buscás... y eso despierta algo. Uno no dice nada, simplemente es, y lo que es justamente está empapado de ese seguir a Jesús. Días atrás una compañera de un curso (ella atea sin ninguna formación religiosa) me compartía cómo le había impactado un chico que había subido a pedir al ómnibus. Conversando sobre eso le compartí algo de la actividad que hago con otra gente los sábados de noche, de repartir comida a gente que está en la calle. Se colgó con la actividad y el otro sábado nos acompañó. En el grupo somos un cura y jóvenes todos creyentes. Y ella ahí quedó movilizada no sólo por lo que hacíamos, sino por cómo lo vivíamos, el espíritu con que encarábamos la cosa. Yo creo que en estas cosas hay evangelización. Quizás es sólo una charla, una actividad, una instancia puntual. Pero hay encuentros que siembran una semilla en las personas y seguro que el Espíritu sabe luego qué hacer con eso.

Entonces, volviendo a lo del comienzo, me duele pero siento que lo que vale la pena sigue ahí. Muchas veces puteo contra la Iglesia, pero nada me hace dudar de que quiero estar en ella. No será muy racional, pero tampoco creo que sea esquizofrenia jeje.

Disculpen, pero no voy a caer en el pesimismo, ¡ando alegre con la vida!

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Primera Mesa en "Maracaná Sur"



"Que infortunio, Matías, cuanta injusticia / tener que esperar que llueva pa ser noticia
Cruel destino, Matías, el de los pobres / tener que perder lo poco pa que los nombren
Que tristeza, Matías los inundados / ¿Cuánto crees que demoren en olvidarlos?
Cuando abajen las aguas quedará el barro / y en el barro Matías solo y pensando
Esperando..."
Canción para Juan Matías (Larbanois-Carrero)

En términos formales "Maracaná Sur" es un asentamiento irregular ubicado en la zona 17 de la ciudad, al noroeste del Cerro de Montevideo. En términos oficiales, seguramente por irregular, apenas existe. Pero en términos más humanos es un lugar sumamente inundable donde viven más de 100 familias pobres, y donde se ven muchos niños cubiertos de barro cada día aunque no siempre llueva. Paradójicamente, los términos más humanos no son los más aceptados pero los preferimos porque son los más cercanos.

Fue en este barrio donde el sábado 31 de octubre pasado comenzamos la segunda etapa del proyecto del "techo", la etapa de Habilitación Social. Y fue la primera Mesa de Trabajo tanto para los vecinos del barrio, como para nosotros, los coordinadores. Para todos un gran desafío, teníamos miles de dudas de cómo encarar una reunión donde apenas nos conocíamos unos a otros.

Eso sumado a que desde el principio nos sorprendió la escasa unión entre los vecinos. Nos sorprendió al punto que ni siquiera existe esa figura típica de barrio que declara "a mí acá me conoce todo el mundo", más bien la frase más repetida era "acá cada uno hace la suya". Un comienzo difícil, pensamos, nada más había que ver las caras de los vecinos cuando les preguntamos por la existencia de una comisión, que antes existía pero con muy poca popularidad.

El día anterior a la mesa, nos desayunamos con la grave noticia de que las duras lluvias del viernes habían obligado a varios vecinos a abandonar sus casas porque la cañada se desbordó. Lejos de perder las esperanzas, capaz que por la desesperación y la indignación que provocó esto, varios vecinos (muchos más de los que esperábamos) se juntaron a pesar del mal tiempo y a pesar de que usamos una de las "calles" como lugar de reunión a falta de uno mejor. Si hay que sacar algo positivo de la inundación, es que provocó más unión en un barrio que de integrado tiene poco.

Claro que la situación es de emergencia, hubo casas del techo que se inundaron y varias familias fueron evacuadas, hasta los noticieros se hicieron presentes y ojalá que las autoridades también lo hagan. Pero lo mejor es aprovechar este pequeño brote de ganas en la gente para alentarlos a que busquen las soluciones por ellos mismos y no sigan esperando sólo soluciones "de arriba". A veces no sólo las nostalgias deportivas de un pasado "Maracanazo" nublan la visión hacia adelante. Para nosotros se trata de una linda oportunidad para acompañar el proceso de los vecinos que buscan un mejor barrio, y poner la mirada en un futuro "Maracanazo".
Después de la reunión, vimos que hay muchas esperanzas que renacieron, un sentido de comunidad que se hizo visible y proyectos que nos va a costar concretar pero que se pueden hacer realidad.

Ante esta realidad adversa pero con esa chispa de esperanza, nuestra alma de voluntarios no puede dejar de ser optimista. Sería Benedetti quien quizá diría "con los pies en el barro y la mirada en el horizonte". Sabido es que caminar hacia el horizonte es más difícil en el barro, pero apenas empezamos a caminar y ya nos sentimos en terreno más firme.

Erik Koleszar
María Paz Mangado
Coordinadores Maracaná Sur

Obtenido del blog de "Un Techo Para Mi País"

jueves, 22 de octubre de 2009

Entre la gratuidad y la responsabilidad

Algunas cosas que pasaron en este último tiempo y algunas reflexiones compartidas me han hecho pensar en el tema de la gratuidad. Y qué bueno que las cosas que pasan y las cosas que hablamos digan algo, nos dejen pensando, nos cambien la mirada o nos reafirmen viejas convicciones.

En estos meses han partido a la casa del Padre personas que quería mucho, de las que he aprendido a ser Iglesia, a vivir la fe, a trabajar y reflexionar con otros, a comprometerme y creer en esa “civilización del amor”. Al enfrentarme a estas muertes me indigno, lloro, no entiendo. Es que de quienes tanto dieron, tanto entregaron, tanto nos enseñaron, uno siempre quiere más. Entonces después viene el sentir que hay que hacer algo para continuar lo que ellos hacían, que hay que seguir en ese camino, en esa lucha, para que permanezcan entre nosotros. No niego que algo de eso hay si uno siente que lo que recibió de esa gente es muy valioso. Pero ¿por qué vivirlo como una “carga”? ¿por qué me siento “en deuda”? ¿Sus vidas no fueron acaso un regalo?

Más recientemente me encuentro con dos nacimientos. Vidas nuevas que se asoman, trayendo consigo historias algo tristes, dolorosas. Historias que no se borran, que marcan. Pero vidas que son queridas y amadas. Esos niños son puro regalo. Son una invitación a seguir eligiendo la vida cada día. A pesar de todo ellos están ahí, nos miran, nos piden que los amemos, nos imploran que estemos con ellos. Y sus madres acompañan, aman... como pueden y desde donde pueden.

Con todo esto llego a un retiro en el que con el grupo reflexionamos sobre el perdón, sobre el Dios compasivo, sobre la misericordia. Es que creemos en un Dios que es bueno, en un Dios que perdona porque nos ama, en un Dios que es como ese Rey que perdona a su deudor sin pedir nada a cambio. Un Dios que no entra en nuestras lógicas de eficiencia y eficacia, ni de cálculos de rentabilidad. Un Dios compasivo, que nos revuelve todos nuestros esquemas y que sigue siendo aun para nosotros “escandaloso”.

Entonces me miro... Miro la manera en que me relaciono, en la que doy y recibo. Miro mis primeras reacciones frente a la muerte de estos que forman parte de mi nube de testigos. Y me miro frente a la vida regalada de esos niños... y me pregunto ¿por qué me siento en deuda frente a lo que me dan gratuitamente? En nuestra formación cristiana solemos aprender bien que hay que dar a los demás, que hay que entregarse, hacer cosas por otros. Pero no siempre nos enseñan que también vale recibir sin deber nada. ¿No nos ama Dios sin pedirnos nada a cambio?

Entrar en la dinámica de Dios nos exige desarmarnos de ciertos esquemas. Nos exige no “sacar cuentas” de lo que recibimos y lo que damos. Nos exige dar gratuitamente y animarnos a recibir gratuitamente. Es aceptar el regalo de las cosas lindas que vivimos, de los compañeros con los que compartimos tareas, charlas, vida. Es permitir, sin sentirme en deuda, que me tengan la comida pronta o me preparen un buen mate. Es dejarme acompañar por otros.

En la gratuidad de lo que se da y lo que se recibe hay un encuentro. Y es ese el encuentro que vale, que nos transforma, que nos invita a caminar, a elegir la vida. Por eso cuando pienso en gratuidad, no se trata de vagancia o dejarse estar. Se trata sin duda también de responsabilidad. Elijo vivir así, elijo entrar en esta lógica. Dios nos invita a colaborar con su proyecto y yo elijo colaborar con él, responsablemente pero asumiendo la gratuidad de su amor por nosotros y su regalo del Reino.

Entre esa gratuidad y responsabilidad quiero asumir lo que tantos me han regalado. Entre esa gratuidad y responsabilidad quiero vivir mi vida. Entre esa gratuidad y responsabilidad quiero asumir también este viaje... Es la necesidad de un cambio, un paso para asumir otras cosas; pero será también un regalo, en cada recorrido, en cada encuentro.

viernes, 16 de octubre de 2009

Estar disponible

Mientras escucho al, dicen que probablemente, próximo presidente de los uruguayos, sus palabras me hacen meditar en las cosas que pasaron este find pasado. El Pepe dice que su forma de vivir sencilla, sin muchas cosas, es para poder hacer lo que le gusta y estar donde el quiere el mayor tiempo posible. No puedo dejar de identificarme con esto, y aunque capaz q al Pepe no le gusta forma parte de mi foto del día por su pensamiento bien "a lo Jesús".

Es que, como dice Nacho, somos las personas más ricas cuando dejamos todo para estar donde queremos y encontrarnos con los que más nos esperan. Y eso se agranda mucho más cuando los tiempos y los planes no nos apuran, cuando no vivimos para ellos.

Fue un fin de semana lleno de encuentros en varios hogares, que a esta altura son nuestros porque desde la bienvenida nos hacen sentir como en casa. Tan en casa que a veces nos salteamos las presentaciones, como presintiendo que nos conocemos desde hace mucho tiempo a pesar de que por primera vez nos estamos viendo las caras. ¿En qué andará pensando Dios cuando nos quiere encontrar tanto? me pregunto. Y siento que algo me responde, nos responde: no olvides disfrutar del viaje, que ya empezó y es parte de la meta.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Echar las redes...

Hoy leía un artículo invitando a dejar los buques seguros y volvernos a subir a la barca, y hablaba de navegar en la barca y de echar las redes. Y me gustó esa imagen de echar las redes como salir al encuentro de otros, involucrarse con los dolores, historias, anhelos de otros. Echar las redes no es echar el ancla para quedarse en un lugar. Echar las redes implica estar navegando, implica estar en búsqueda. Echar las redes involucra a otros que echan las redes conmigo. Echar las redes es también dejarse sorprender por lo que podemos recoger.

Pienso que este tiempo de viaje tiene mucho de echar las redes. No es necesario aclarar que nos estaremos moviendo, “navegando”. Pero no es un navegar donde nos preocupemos sólo por el barco y por el clima. Es un navegar echando redes. Es andar involucrándonos con la realidad que nos vamos encontrando. Es salir al encuentro, hacernos parte de otras vidas, otras historias. Es escuchar a Jesús que nos dice “echen las redes en aguas más profundas”. Y es animarse a ir mar adentro, allí donde hay dolor, donde hay hambre, donde hay vidas que no cuentan para nuestras sociedades, y allí donde hay sueños, donde hay signos de otro mundo posible, allí donde está Dios.

Hoy mi vida tiene mucho de buque seguro, al que apenas le caen algunas gotas del mar. ¡Cuánto deseo cambiarlo por esa barca! Y cuánto cuesta no cargar a escondidas algún ancla. Pero pesa mucho y confío que esta vez no vendrá en mi mochila.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Despojarse


"Si quieres ser perfecto, deja todo y ven y sígueme" algo así le decía Jesús al joven rico. ¿Cuántas excusas habré puesto tantas veces al leer este pasaje? Muchas veces me he preguntado porqué hay enseñanzas de Jesús que se toman muy literalmente (y se defienden a capa y espada) y porque hay otros que relativizamos tanto, pero no es de lo que quiero hablar ahora.

El proceso de un día empezar a pensar, con verdadera consciencia, en un "dejar todo" empezó a vislumbrarse en mi viaje a Bolivia. Seguramente había algo interno trabajando hace tiempo, pero surgió a la luz entre conversaciones comunitarias. Algunas conversaciones traian consigo comentarios flexibles -"Yo a mis 60 estoy mucho más atado que vos..."- otras, fiel a su estilo, eran mucho más radicales -"No es tiempo de atarse, sino de desatarse". Ambas tuvieron un gran efecto en mi, y no podía dejar de preguntarme: ¿Es lo que realmente quiero asegurarme el futuro? ¿Son la carrera, la vivienda, realmente las cosas que necesito asegurar? ¿Qué pasa con mis sueños de felicidad? ¿Seré más feliz en un futuro estable o en la incertidumbre del lugar donde quiero estar?

Y mientras me bombardeaban las preguntas, fui descubriendo las alegrías de andar sin ataduras. Una de las cosas más increíbles es, al tener poco, valorar cada encuentro, cada momento, cada regalo, cada comida como el mejor o las mejor de todas. Eso que te hace decir: "No tenemos nada, pero tenemos Todo" como decía Nacho. Es que recibir algo, por más pequeño que sea cuando te despojas de todo, es recibir algo perfecto. Sólo así es que se entiende la felicidad de Wilson y Enrique (en la foto) que te dejan sin palabras de la emoción. Porque así como me hace de feliz el recibirlo, mejor me prepara para darlo y multiplicar la felicidad con otros.

Y lo que más me atrapa, es la libertad de andar sin ataduras, sin compromisos, sin cronogramas, sin esquemas, para poder estar donde siempre donde más se necesita, para estar disponible en todo momento a la llamada del Flaco. No se trata de desligarse de las responsabilidades, sino por el contrario, de estar 100% disponible a lo que Dios soñó para mí.

Llegó la hora de desatarse, y hoy espero que sea por mucho tiempo...

miércoles, 26 de agosto de 2009

Animarse


Se acercan momentos de definiciones... escribir a los contactos, avisar en el trabajo... Y los miedos, que estaban contenidos, vuelven a aflorar. Pero ¿miedo a qué? ¿qué es lo que temo? Me han dicho que ponerle nombre a los miedos ayuda a enfrentarlos. Lo intentaré...

El miedo a la soledad. Quizás mi miedo más recurrente y más fuerte... y también más sin sentido. Siempre he tenido en quienes confiar, en quienes apoyarme para seguir caminando. Nunca he estado sola y, sin embargo, esa posibilidad me asusta. No me asusta renunciar al trabajo, al apartamento, me asusta alejarme de muchos quienes son hoy mi sostén permanente, familia, amigos, referentes.

Pero sé que este viaje no lo hago sola, no podría.
Late en mí una invitación a dejarme sostener y levantar por ese Jesús que está ahí, abajo, lavándonos los pies, como señala Alejandro. Invitación a abandonarme a su voluntad como único camino posible de felicidad. Que no sea la necesidad de aceptación y aprobación por parte de otros lo que determine mi andar.
Que pueda Jesús experimentar tu cercanía cuando la soledad me inunde; que pueda reconocerte en cada realidad, en cada rostro, en cada mano, de quienes vayamos encontrando en el camino.

Tengo también miedo a equivocarme, a que éste no sea el camino que Dios me está invitando a recorrer. No dudo de la búsqueda, de la necesidad de cambiar el rumbo, de las renuncias a supuestas seguridades. Pero tengo miedo que el viaje se convierta en un simple viaje, y que no encuentre respuestas, certezas, signos de “va por ahí”. Tengo miedo a estar postergando mis opciones de vida comunitaria, que cada día voy confirmando como mi manera de seguir hoy a Jesús. Tengo miedo de que ver y estar en tantos lugares me agobie y no pueda adentrarme en cada realidad; de no poder, ni siquiera, simplemente “estar”.

Pero sé que la definición de este camino también está en mis manos. Sé que los pasos que vaya dando serán los que quiera y pueda dar. Y si me equivoco, sé que también estarás ahí Jesús para ayudarme. Y si caminar con otro implica a veces dar un paso distinto al que uno tiene previsto, pues también lo elijo, porque elijo eso de acompañarse.
Jesús, que cada paso dado sea siempre buscando tu voluntad, que sea siempre para ponernos en el camino de tu seguimiento. Que ante las dudas o los errores, sepamos recurrir a vos para emprender de nuevo el camino.

Y un miedo extraño me aparece a veces, miedo a que sea demasiado tarde. En una etapa de la vida donde el resto parece establecerse, a mí me invaden las preguntas y el deseo de "desinstalarme". "Es tarde, pero es nuestra hora", dice Pedro Casaldáliga. A pesar de estos temores, creo que es mi tiempo, es el momento para dar este paso. Sé que estás conmigo Jesús, acompañándome, animándome a ser cada día más fiel a tu Proyecto.

Los miedos aun están. Son señal de que es algo importante, que es un cambio grande, que estoy poniendo toda mi vida en esta opción. Pero tengo en mis manos la forma de desentrañar esos miedos, de evitar que me cierren el paso. Confío Señor en que paso a paso me irás confirmando las opciones tomadas. Por el momento me toca a mí animarme.

miércoles, 19 de agosto de 2009

¿Qué buscan?

Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: “Ese es el cordero de Dios.” Los dos discípulos le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?" (Jn 1, 35-37)

¿Qué buscan? ¿Qué buscas?
Jesús me hace hoy, cada día, esta pregunta.
Fácilmente respondo que busco, y siempre he buscado, ser feliz. Y en esa búsqueda de ser feliz he ido descubriendo que no puedo ser feliz sola, que la felicidad de otros hace a mi felicidad, que la felicidad no pasa por lo material, que tiene más que ver con afectividad, dignidad, esperanza. Que ser feliz tiene que ver con amar y ser amado.

Sin embargo, hoy esa respuesta no me alcanza. Siento que algo falta… y también que algo me desborda. Siento que hay algo que no encaja, que no logro ser en plenitud, que la vida me llama a vivirla más. Nacho me dijo una vez que me veía como una mujer llena de vida pero que no sabía dónde darse, que le falta donde entregarse totalmente. Quizás, seguramente, hay mucho de cierto en eso.

Hoy busco Jesús ese lugar donde entregarme. Un lugar que no es (al menos no solamente) un lugar geográfico. Un lugar del que puedo hoy dilucidar algunas líneas... un lugar sencillo, pobre... un lugar compartido... un lugar lleno de vida... un lugar sin lógicas del mío-tuyo, del mejor-peor, del ganar-perder, del arriba-abajo...

Por ese lugar, por ese sueño, me animo a caminar. A veces tengo miedo de no encontrarlo, o de que lo encuentre y no sea capaz de vivirlo. Pero otras veces, con más fuerza, tengo la certeza de que es posible.

domingo, 16 de agosto de 2009

Dios desde "arriba"




En la última clase del curso de Cristianismo que estamos haciendo con Male, Mateo y otros amigos se nos invitaba a reflexionar sobre lo siguiente: Si yo hiciera la experiencia de mirar mi vida tal como quien observa una ciudad en el despegue de un avión, donde todo se hace más chico y se puede ver la totalidad de la vida, tal como la miraría Dios, ¿Qué vería? ¿Cambiaría? ¿Qué cosas cambiaría?

En este ejercicio de ver mi vida desde "arriba" y analizar los pasos ya dados pero sobre todo lo que estoy viviendo ahora, observar mi "ciudad" desde el aire se me hace difícil. Me resulta dificil ver si lo que realmente vivo es lo que Dios quiere que sea desde esa perspectiva.

Podría decir que Dios querría que me dedicara menos a mi mismo y más a los demás, que trabajara por cambiar la realidad de los más pobres, que dejara todo y lo siguiera fiel a su proyecto de la forma más desprendida posible, en fin una vida más jugada.

De alguna forma estoy, creo, caminando hacia ese lado. Pero lo que no puedo ver, lo que me es imposible imaginar es todo ese camino hecho sin Su mano junto a la mía. No puedo verlo desde "arriba" porque se que su mirada está a mi lado. Se que su anhelo más grande es, sobre todas las cosas, que yo sea feliz y no podría serlo si el me mira "desde lo alto".

jueves, 13 de agosto de 2009

Caminando al Sur


El Sur... allí donde no indican las brújulas… allí adonde el mundo no apunta.
El Sur.... el Tercer Mundo... los pobres, los insignificantes.

Perdemos el norte de la rutina y las seguridades, y giramos al Sur.
De allí nos llegan, entre gritos y dolores, destellos de otro mundo posible.
Queremos caminar a ese Sur.
Despojados de ataduras. Libres buscando seguir a Jesús.
Libres para que sea el Espíritu el que nos mueva… como a la veleta.

“ Soltar todo y largarse. Qué fascinante
v
olver al santo oficio de la veleta,
desnudando la vida como un bergante
y soñando que un día serás poeta"
Silvio Rodríguez

sábado, 8 de agosto de 2009

No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario

Hay varias cosas que me invitan a hacer un viaje como éste, y cuando empiezo a pensar en él siento que se me revuelven muchas cosas por dentro. Siento que he viajado a muchos lugares pero creo que ninguno se parece ni cerca a esta experiencia, porque el sentido de búsqueda es distinto y la etapa de mi vida es otra.

Creo que la inquietud, o quizás "el llamado", viene desde hace tiempo. Hay algo dentro de mí que hace rato no se concilia con la vida que llevo, no se conforma con las seguridades que trae la vida rutinaria y que me empuja día a día a no olvidarme de buscar y no dejar que mis sueños sean solo sueños.

Y es todo un desafío porque vivir un sueño lleva la enorme responsabilidad de vivirlo a pleno y de arriesgarlo todo, no hay otra forma de vivirlo. Y ese es uno de mis miedos al afrontar este viaje.

¿Qué busco? El viaje es parte de mi camino, de mi proyecto, pero es hora de encontrar mi lugar en el mundo, al menos un lugar donde sienta que lo dejo todo por los que más lo necesitan, que lo hago con pasión y como comunidad, desde un mismo lugar y no como prestando asistencia. Busco una vida libre, no donde pueda hacer lo que quiera sino que donde no haya ataduras que me impidan nunca estar donde otros me necesitan, y sobre todo donde Dios me necesita. Por eso creo en la radicalidad de este viaje, de dejar trabajo, sueldo, apartamento, y todas las comodidades de una vida segura pero al final vacía, o incoherente siendo menos dramático.

Siento que este viaje es la gran experiencia de mi vida hasta ahora, que todo ha sido una preparación para este momento de misión, y que todo es posible gracias a las diferentes decisiones que he tomado y en la que tantos me han acompañado (el Flaco tras todos ellos).

Tengo miedo de vivirlo como un escape, y en cierta forma lo es, es un escape de la rutina, de las ataduras, de tranzar con la rosca diaria en la que basta tener, establecerte y querer tener más. Me niego a vivir una vida así y por eso me escapo, pero a la vez la enfrento porque creo firmemente en que hay otra forma de vivirla y salgo a la búsqueda de esa vida libre.

Ojalá estes ahi Jesús cuando el miedo muerda y las seguridades se ausenten, para que nos dejemos acompañar por tu presencia, ya que este viaje sin ti no tendría sentido.

Erik

Y sumo por último palabras de Nacho, que es tan culpable de éste viaje como el que más...

dessssprenderse siempre es signo de libertad
pero buscando la locura de su voluntad
es signo de seguimiento
no siempre con frutos visibles
no siempre con entendimientos
pero siempre con algo de bienaventuranza
de cruz
que el espiritu nos muestre el camino
y que creamos para recorrerlo
dejando los nuestros
los del mundo

viernes, 7 de agosto de 2009

¿Por qué este viaje?

Hay momentos en la vida en los que inevitablemente nos preguntamos esas cosas que parecieran van a definir nuestra vida: la profesión, el trabajo, la familia... Y uno se va respondiendo, va dando un paso y luego otro, todo de manera relativamente ordenada. Pero a veces llega un punto donde las preguntas confluyen en una sola, y las opciones posibles ya no son identificables porque son muchas, y las seguridades y certezas se evaporan. Porque la gran pregunta es "con mi vida ¿qué?", y la única certeza es que "así no".

Es en ese punto en el que me encuentro. Agradecida con lo que me ha tocado y con lo que he elegido vivir, con las opciones, las experiencias y los encuentros. Y desde eso que soy, en mi esencia y en mi historia, es que descubro que quiero vivir mi vida de otra manera. Descubro un llamado, una invitación de Jesús a hacer en mi vida el proyecto del Padre, un proyecto que "va por otro lado".

Quiero vivir mi vida inserta en la realidad, encarnada en el mundo de los más pobres y desfavorecidos, desde una propuesta netamente comunitaria, con Jesús en el centro. Esa es la certeza. Y por esa certeza quiero animarme a dejar aquellas cosas que hasta hoy han sido mis seguridades: el trabajo, la familia, el lugar donde vivo, los diversos espacios de inserción. No se trata de dejarlos porque reniegue de ellos, ni porque de por sí crea que no van con el proyecto de Dios para mi vida. Quiero dejarlos porque en ese despojarme creo poder hacerme más libre. Más libre para elegir el camino que Dios me propone, más libre para luego tomar aquellas cosas que me sirvan para el fin para el cual fui creada, como decía San Ignacio.

Me abro así a un nuevo tiempo de búsqueda. Un tiempo para encontrarme con Dios en ese lugar privilegiado en el que él eligió ser encontrado: los pobres. Un tiempo para empaparme de distintas realidades, de distintas experiencias, de distintos dolores y sueños. Un tiempo para descentrarme, para no ser "yo" el objeto de mis preocupaciones e inquietudes, sino el otro. Un tiempo para ir al encuentro de los que están fuera del camino, como nos invita la parábola del buen samaritano.

En este tiempo se enmarca en mi vida este viaje por América del Sur. Podría ser una aventura, en algún sentido lo es; pero es ante todo un camino de discernimiento. Un camino para descubrir el modo concreto de vivir ese llamado de Dios. Un camino para descubrir cómo, dónde, con qué, con quién. Un camino... no una meta.

Me siento como Jesús a punto de partir hacia el Jordán. Se despide de su madre, de su casa, de su ciudad, para caminar hacia el río. Sin grandes certezas, con inquietudes, con interrogantes, en plena búsqueda, emprende un camino que lo llevará al lugar donde finalmente será bautizado por Juan, confirmando el camino hecho, abriendo el tiempo de hacer su misión. Yo estoy en la puerta de la casa, con la decisión a cuestas, esperando para dar los primeros pasos. Es el punto en el que también aparecen los miedos, las dudas... ¿será por acá? ¿tanto tiempo? ¿dejar tanto? No es claro el camino ni adonde lleva. Sólo es claro que, aun en medio de esos miedos, es el camino que hoy quiero recorrer.

Male