Durante el viaje conocimos muchas personas increíbles que nos contaron sus historias, muchas de ellas historias muy duras, llenas de luchas y sufrimientos, historias que quizás no tienen un final feliz. En estos días he estado re-leyendo el diario del viaje y re-descubriendo esas historias que no quiero guardarme solo para mí y por eso voy a compartirlas. No se cuantas van a ser pero estoy seguro de que cada una de ellas vale la pena.
La primera de estas historias es la de Jorgelina, una mujer de Neuquén que conocí durante una reunión de un grupo de mujeres, que se juntaron para solicitar un micro-crédito. A esas reuniones acompañaba a Gloria, una de las teresianas que nos alojaron en Neuquén, y cualquiera de las historias que contaban esas mujeres dolía fuerte. Yo pensaba que si fuera mi responsabilidad otorgar los créditos, seguramente "El Banquito" saldría perdiendo porque me desarmaban en un segundo.
Jorgelina, una mujer mucho más joven de lo que aparentaba, vivió mucho tiempo en un lugar cerca de Junín. Nunca conoció a su familia verdadera, solo sabe que cuando era apenas bebé fue abandonada en la cordillera, en el medio del campo donde no había ni pan para comer. Donde el calzado era de cuero de caballo y las medias eran trapos. Donde para hacer "el surtido" del mes (que era leche, harina, aceite y azúcar), tenían que andar 1 semana a caballo y otra para volver.
Contaba que de muy chica la obligaban a trabajar cuidando cabras, que siempre la aterrorizaron por que eran mucho más altas que ella, y encima soportando el frío y la nieve que la tapaba por completo. Ella recuerda sus 9 años de infancia ahí, como si fuera ayer. A pesar de haber pasado tantos años, se nota en su mirada que el recuerdo le provoca una gran tristeza y pide para que la ayuda vaya al campo antes que a la ciudad. Increíble, pienso yo, a pesar de tener tan poco se acuerda de los que tienen aun menos, no puedo dejar de admirarla. Y mientras nos abre sus heridas, ella se emociona y yo apenas evito que salten las lágrimas.
Recién a los 33 años Jorgelina conoció a su mamá biológica, aquella que la abandonó en tan malas condiciones. Al parecer la policía fue a buscarla porque habían detenido a su mamá en la comisaria de Centenario. Y enseguida ella se la llevó a su casa, la bañó, la llevó al médico y le dijo:
"Dame tiempo para quererte, porque yo te cuido pero no tengo amor de madre para ti aun".
La historia no termina del todo feliz, porque su madre a los pocos días se fue de la casa, abandonándola una vez más y Jorgelina nunca supo bien por qué. En el fondo su herida no cerró pero su amor por ella a pesar de todo creció. Para mi ella es una mujer santa, con un inmenso don para perdonar y fue de los momentos más intensos donde sentí que Jesús me hablaba.