Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: “Ese es el cordero de Dios.” Los dos discípulos le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?" (Jn 1, 35-37)
¿Qué buscan? ¿Qué buscas?
Jesús me hace hoy, cada día, esta pregunta.
Fácilmente respondo que busco, y siempre he buscado, ser feliz. Y en esa búsqueda de ser feliz he ido descubriendo que no puedo ser feliz sola, que la felicidad de otros hace a mi felicidad, que la felicidad no pasa por lo material, que tiene más que ver con afectividad, dignidad, esperanza. Que ser feliz tiene que ver con amar y ser amado.
Sin embargo, hoy esa respuesta no me alcanza. Siento que algo falta… y también que algo me desborda. Siento que hay algo que no encaja, que no logro ser en plenitud, que la vida me llama a vivirla más. Nacho me dijo una vez que me veía como una mujer llena de vida pero que no sabía dónde darse, que le falta donde entregarse totalmente. Quizás, seguramente, hay mucho de cierto en eso.
Hoy busco Jesús ese lugar donde entregarme. Un lugar que no es (al menos no solamente) un lugar geográfico. Un lugar del que puedo hoy dilucidar algunas líneas... un lugar sencillo, pobre... un lugar compartido... un lugar lleno de vida... un lugar sin lógicas del mío-tuyo, del mejor-peor, del ganar-perder, del arriba-abajo...
Por ese lugar, por ese sueño, me animo a caminar. A veces tengo miedo de no encontrarlo, o de que lo encuentre y no sea capaz de vivirlo. Pero otras veces, con más fuerza, tengo la certeza de que es posible.
2 comentarios:
Otra cosa que me quedó del curso, Jesús siempre pregunta antes de hacer nada: ¿Qué buscan?... ¿Que quieres? Pienso que hay tantas veces que no sabemos escuchar y damos a los demás lo que nosotros creemos que necesitan, ¿y si es solo estar ahi? ¿Y si no es más que acompañar y compartir?
Cuantas veces siento necesitar que me hagan esa pregunta, es claro que la respuesta no se ajusta a la realidad que vivo, y por eso quizás la pregunta nunca llega y la respuesta no puede ser liberada. Me pregunto quien teme más, si el que pregunta a la respuesta o el que responde a compartirla.
Capaz que ese lugar no está en ningún lado... O mejor, capaz que hay que construirlo, sabiendo que no va a salir perfecto o que podemos fracasar. O capaz que está dentro nuestro y por eso cerca, por lo menos más cerca de lo que pensamos... El miedo a fracasar hace que no caminemos a ningún lado... lo conozco bien. De todos modos, hay que largarse!
Me entusiasmé che!
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